sábado, 19 de abril de 2008


"Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo. Las fotografías son una fragmentación de la vida, un modo de captura, de congelar o detener el flujo experiencial, el transcurrir vital, en su radical continuidad. La cámara, por su parte, es el arma ideal para esta captura, es el ejercicio ortopédico de la conciencia en su afán adquisitivo.
Hay algo predatorio en el acto de registrar una imagen. Transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente. Así como la cámara es una sublimación del arma, fotografiar a alguien es cometer un asesinato sublimado, un asesinato blando, digno de una época triste y atemorizada.
Todas las fotografías son momentos de muerte. Tomar una fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad porque seccionan un momento y lo congela, todas las fotografías atestiguan el paso decapitado del tiempo.
La fotografía es el inventariado de la mortandad. Una ceremonia para investir un momento de ironía póstuma."

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